¡Hola, lazarillos y lazarillas! Hace unas semanas impart铆 una conferencia para la Asociaci贸n Amigos de Unamuno en Salamanca, donde habl茅 de mi trabajo de fin de grado en Filosof铆a, titulado Aproximaci贸n filos贸fica a la soledad en Miguel de Unamuno y Jos茅 Ortega y Gasset.
https://amigosdeunamuno.es/la-soledad-en-miguel-de-unamuno/
Para la charla, me prepar茅 una presentaci贸n te贸rica (la pod茅is descargar pinchando en la portada de esta entrada o al final de esta) en la que tambi茅n cit茅 varios fragmentos de texto relacionados con las obras que coment茅.
A continuaci贸n. os expongo la informaci贸n ordenada por apartados y, al final de esta entrada encontrar茅is varios enlaces: mi trabajo de fin de grado en Academia.edu, el PDF de la presentaci贸n te贸rica que prepar茅 para la conferencia donde solo me centro en la figura de Miguel de Unamuno, y el v铆deo de la ponencia en YouTube, que fue grabada y dura un total de 58 minutos.
APROXIMACI脫N FILOS脫FICA A LA SOLEDAD EN MIGUEL DE UNAMUNO
1. Introducci贸n
¿Qu茅 es la soledad?
Justamente porque damos por supuesto su significado, conviene hacerse esta pregunta. La soledad para Miguel de Unamuno es un concepto emp铆rico m谩s que te贸rico, un sentimiento, vivencia y experiencia personal 煤nica e intransferible. Se trata de entender la soledad desde una dimensi贸n ontol贸gica, como un estado b谩sico, una especie de «forma de ser», una concentraci贸n y atenci贸n sobre s铆 mismo.
Obras que comentaremos:
- Soledad (ensayo), 1905.
- Vida de Don Quijote y Sancho (1905).
- Del sentimiento tr谩gico de la vida en los hombres y en los pueblos (1912).
- Niebla (1914).
- Soledad (obra de teatro), 1921.
- San Manuel Bueno, m谩rtir (1931).
- Diario 铆ntimo (p贸stumo), escrito ca. 1897, publicado en 1970.
2. El sentimiento tr谩gico de la vida
El problema de la inmortalidad
Para Unamuno, el 煤nico problema vital que verdaderamente importa (y le atormenta) es el problema de la inmortalidad. ¿Qu茅 ser谩 de nuestro destino individual y personal (de nuestra conciencia concreta) tras la muerte? Sabernos finitos nos provoca una angustia vital (influencia de Kierkegaard).
Este sentimiento tr谩gico de la vida es propio tanto de hombres individuales como de pueblos enteros. Es el sentimiento cat贸lico de la vida. El descubrimiento de la muerte nos revela a Dios.
Dios es un producto social porque se revela a la colectividad, no a los individuos aislados. Dios surgi贸 en la conciencia humana a partir del sentimiento de divinidad. Luego la raz贸n o la filosof铆a lo convirti贸 en idea, en algo muerto, prescindiendo de su fondo vital:
Yo por m铆 soy nada, verdadera nada: cuanto hay en m铆 de ser es divino, de Dios cuanto de ser tengo. Y abandonado de Dios sentir茅 mi propia nada, y esta eterna visi贸n de mi nada ser铆a eterno tormento, muerte eterna.
En su ensayo titulado Soledad (1905), Unamuno considera que es necesario sacudir y lanzar a los hombres unos contra otros para que se les rompan las costras y se les mezclen y confundan las ideas y sentimientos. Solo as铆 se formar谩 el verdadero esp铆ritu colectivo, el alma de la humanidad.
Y es justamente el dolor, que es universal, el que empuja unos seres hacia otros y los hace amarse. La caridad es el impulso de libertarse y liberar a todos nuestros pr贸jimos del dolor:
Vas a libertar a tu hermano, porque sientes que hace 茅l esfuerzos por libertarse o porque te llegan sus quejas, y las quejas son ya deseo de verse libre, y el deseo de verse libre es principio de libertarse y cuando 茅l siente que empiezas a querer libertarle, redobla sus esfuerzos por hacerse libre, y redoblas t煤 los tuyos; le oyes ara帽ar el muro de su prisi贸n, y empiezas a golpear en 茅l desde fuera, y cuando oye tus golpes, golpea 茅l, y t煤 arrecias y 茅l arrecia, y vas, 茅l desde adentro, y t煤 desde afuera, trabajando en una misma obra. Y es lo m谩s consolador que mientras golpeas en su costra, como lo haces con la tuya, tanto trabajas por romper la de 茅l como por romper la tuya propia, y 茅l a su vez, mientras golpea en la suya, da golpes en la tuya. Y as铆 toda redenci贸n es mutua.
Miguel de Unamuno (1962). Soledad, p. 45. Colecci贸n Austral. Madrid, Espasa-Calpe.
Los hombres en sociedad funcionan recubiertos por un caparaz贸n y, como mucho, se rozan. Vivimos separados los unos de los otros, cada uno dentro de su costra y sin poder romperla. Necesitamos trabajar conjuntamente (nosotros desde dentro y los dem谩s desde fuera) para liberarnos de nuestra prisi贸n (=aislamiento):
Los m谩s de los gemidos que atravesando la costra de tu pr贸jimo y tu propia costra te llaman al o铆do, no son m谩s que lamentos de tu hermano, porque se encuentra preso y no puede salirse de s铆.
Miguel de Unamuno (1962). Soledad, pp. 41-42. Colecci贸n Austral. Madrid, Espasa-Calpe.
Ese caparaz贸n que nos a铆sla se reduce y se rompe en soledad. Nos sentimos realmente hermanos a trav茅s de la soledad:
Solo la soledad nos derrite esa espesa capa de pudor que nos a铆sla a los unos de los otros; solo en soledad nos encontramos; y al encontrarnos, encontramos en nosotros a todos nuestros hermanos en soledad. (p. 32)
El verdadero di谩logo es el que haces contigo mismo a solas. 脷nicamente en soledad puedes conocerte a ti mismo como a pr贸jimo y ver en tus pr贸jimos otros yos:
Nuestra vida 铆ntima, nuestra vida de soledad. es un di谩logo con los hombres todos.
Miguel de Unamuno (1962). Soledad, p. 33. Colecci贸n Austral. Madrid, Espasa-Calpe.
As铆 pues, la soledad es la gran escuela de sociabilidad.
El sentimiento de soledad radical es el de encontrarse profundamente solo en el mundo incluso estando rodeado de gente. El verdadero solitario es el loco, el incomprendido por la sociedad, el que es diferente por tener valores individuales. El solitario lleva una sociedad entera dentro de s铆; dice en voz alta lo que a solas piensan todos:
El genio es la muchedumbre individualizada, es un pueblo hecho persona. El que tiene m谩s de propio es, en el fondo, el que tiene m谩s de otros; es aquel en quien mejor se une y concierta lo de los dem谩s.
Para Unamuno, el modelo es la humanidad, esto es, una sociedad de individuos con sus propias conciencias. La autoconciencia de la finitud es individual, pues cada uno la siente desde la soledad.
Como realmente no hay posibilidad de huir de este problema, se convierte en tr谩gico. Pero el remedio no es evitar la angustia que nos provoca ser conscientes de nuestra propia muerte, sino enfrentarla. Por consiguiente, la soledad est谩 铆ntimamente ligada al sentimiento tr谩gico de la vida.
El anhelo de inmortalidad nos recuerda al non omnis moriar horaciano ('no morir茅 del todo'), esto es, seguir «vivo» a trav茅s de la proyecci贸n en los otros, pervivir en la memoria colectiva. Pero a Unamuno no le importa tanto la fama, el renombre o el recuerdo inmortalizado de su persona, sino algo vitalmente m谩s angustioso: qu茅 ser谩 de su propia conciencia tras la muerte:
Cuando esa idea de la muerte, que hoy paraliza mis trabajos y me sume en tristeza e impotencia, sea la misma que me impulse a trabajar por la eternidad de mi alma, no por inmortalizar mi nombre entre los mortales, entonces estar茅 curado.
Miguel de Unamuno (1981). Diario 铆ntimo (Cuaderno 2), p. 70. Madrid, Alianza Editorial.
En el sue帽o del mundo todo es una feria de mutuas alabanzas. un dar gloria para recibir gloria, y declarar inmortal a tal o cual hombre.
Miguel de Unamuno (1981). Diario 铆ntimo (Cuaderno 2), p. 71. Madrid, Alianza Editorial.
Vive en nosotros el recuerdo de las personas queridas que se nos han muerto; pero al morir nosotros, ¿morir谩 ese recuerdo? Moriremos nosotros, quedar谩 nuestro recuerdo en la tierra. ¿Qu茅 es ese recuerdo? Y al morir las personas que guarden piadosa memoria de nosotros, morir谩 en la tierra nuestro recuerdo.
Miguel de Unamuno (1981). Diario 铆ntimo (Cuaderno 1), p. 25. Madrid, Alianza Editorial.
¡Dejar un nombre! Efectivamente, dejarlo, y no llev谩rselo consigo. ¡Dejar un nombre en la historia! ¡Qu茅 locura junto a llevarse un alma a la eternidad! Parece imposible que se ame m谩s al nombre que a s铆 propio. He aqu铆 otra forma de esa mortal esclavitud que hace sacrifiquemos nuestra realidad a la apariencia que de nosotros hay en las mentes ajenas, que sacrifiquemos nuestro propio ser al concepto que de nosotros se ha formado el mundo.
Miguel de Unamuno (1981). Diario 铆ntimo (Cuaderno 2), pp. 95-96. Madrid, Alianza Editorial.
Dejo un nombre, ¿qu茅 es m谩s que un nombre¿ ¿Qu茅 ser茅 m谩s que los personajes ficticios que he creado en mis invenciones? ¿Qu茅 es hoy, en la tierra, Cervantes m谩s que Don Quijote?
Miguel de Unamuno (1981). Diario 铆ntimo (Cuaderno 1), p. 26. Madrid, Alianza Editorial.
En Niebla (1914), Unamuno juega con esta idea de la relaci贸n entre realidad y ficci贸n, entre vida y literatura, tem谩tica que recupera de Miguel de Cervantes. Es un juego metaliterario:
[Augusto]: «¡Yo no puedo morirme; solo se muere el que est谩 vivo, el que existe, y yo, como no existo, no puedo morirme..., soy inmortal! No hay inmortalidad como la de aquello que, cual yo, no ha nacido y no existe. un ente de ficci贸n es una idea, y una idea es siempre inmortal...». (...) Los inmortales no vivimos, y yo no vivo, sobrevivo; ¡yo soy idea!, ¡soy idea!
Miguel de Unamuno (1987). Niebla, p. 288. Madrid, Ediciones C谩tedra.
Al final de la novela (o nivola, como la llama nuestro autor), el narrador-personaje (Unamuno «real», de carne y hueso) dialoga en sue帽os con su personaje de ficci贸n (Augusto), que finalmente ha decidido quitarse la vida tras el encuentro con su creador en Salamanca:
[Augusto a Miguel de Unamuno]:
—(...) Con eso que usted llama entes de ficci贸n; es f谩cil darnos ser, acaso demasiado f谩cil, y es f谩cil, facil铆simo, matarnos, acaso demasiadamente demasiado f谩cil; pero ¿resucitarnos?, no hay quien haya resucitado de veras a un ente de ficci贸n que de veras se hubiese muerto. ¿Cree usted posible resucitar a Don Quijote? —me pregunt贸.
—¡Imposible! —contest茅.
—Pues en el mismo caso estamos todos los dem谩s entes de ficci贸n.
—¿Y si te vuelvo a so帽ar?
—No se sue帽a dos veces el mismo sue帽o. Ese que usted vuelva a so帽ar y crea soy yo ser谩 otro. (...) mire usted, mi querido don Miguel, no vaya a ser que sea usted el ente de ficci贸n, el que no existe en realidad, ni vivo ni muerto; no vaya a ser que no pase usted de un pretexto para que mi historia, y otras historias como la m铆a, corran por el mundo. Y luego, cuando usted se muera del todo, llevemos su alma nosotros. No, no, no se altere usted, que aunque dormido y so帽ando a煤n vive. Y ahora. ¡adi贸s!
Miguel de Unamuno (1987). Niebla, pp. 295-296. Madrid, Ediciones C谩tedra.
4. Don Quijote, el «caballero de la fe»
Vida de Don Quijote y Sancho (1905) es considerada la mejor autobiograf铆a 铆ntima de un espa帽ol contempor谩neo. En esta obra, Unamuno expone tanto sus interpretaciones personales de la lectura del Quijote como su apasionado sentir y pensar sobre Espa帽a. Seg煤n 茅l, en la figura de Don Quijote se encierra el alma inmortal del pueblo espa帽ol.
La figura c贸micamente tr谩gica de Don Quijote personifica el ansia de inmortalidad. Este h茅roe de ficci贸n y de acci贸n alcanza su inmoralidad «poni茅ndose en rid铆culo»; con su locura afronta el rid铆culo. La locura quijotesca es sentimiento, no entiende de l贸gica. Los que se rigen por el sentido com煤n o la raz贸n son incapaces de comprender la locura heroica del «caballero de la fe». El loco no se rige por las normas sociales; es un solitario. Y justamente el valor de los grandes solitarios es ense帽ar a los dem谩s el valor de la soledad.
El loco no es el que no ve, sino el que quiere ver otra cosa. El loco es la figura personificada del sentimiento, y vivir en el sentimiento es ser un solitario. El quijotismo es locura, esperanza en lo absurdo racional.
La base de la locura y de la acci贸n del Quijote unamuniano son las ansias de renombre y fama, las ansias de no morir, de vivir en la memoria de la gente, producto de un invencible horror a la nada. Don Quijote es un desesperado, y solo desde la desesperaci贸n nace la esperanza heroica, absurda y loca. La misi贸n de Don Quijote es clamar en el desierto, aunque esa voz solitaria se convierte en una semilla de esperanza:
Y Don Quijote, que estaba solo, buscaba m谩s soledad a煤n, buscaba las soledades de la Pe帽a Pobre para entregarse all铆, a solas, sin testigos, a mayores disparates en que desahogar el alma. Pero no estaba tan solo, pues le acompa帽aba Sancho. (...) Solo anduvo Son Quijote, solo con Sancho, solo con su soledad.
Miguel de Unamuno (2013). Del sentimiento tr谩gico de la vida, pp. 372-373. Madrid, Alianza Editorial.
Al principio, Sancho reniega de la locura de su amo, pero poco a poco Sancho se quijotiza, se contagia del ideal. Al final, Sancho est谩 tan quijotizado que ya no puede vivir sin el ideal, pues le invadir铆a el miedo al verse solo ante la p茅rdida de la fe, solo ante la cordura. Sancho va conquistando entre tumbos y desalientos su fe, emprendiendo una lucha interior contra su sentido com煤n.
La locura/fe de Don Quijote se contagia, y por ello es creadora, porque la fe y la voluntad crean mundo. Sancho es ejemplo de racionalidad que duda de su raz贸n. Pero hay que aceptar el conflicto entre raz贸n y fe y vivir de 茅l, pues de la desesperaci贸n, incertidumbre, dolor y lucha puede surgir esperanza y ser una fuente de acci贸n.
No obstante, Unamuno no se centra tanto en comprender a Cervantes y a sus personajes sino en expresar su apasionado sentir y pensar sobre Espa帽a en su 铆ntima y angustiosa lucha. Ante las tranquilas vidas de la muchedumbre espa帽ola de la 茅poca, Unamuno quiere encender cualquier forma de locura o fe, quiere despertar cualquier ideal o pasi贸n por algo. El objetivo del Quijote unamuniano sobre el pueblo espa帽ol es despertar a un pueblo que est谩 dormido desde la religi贸n, pero no la del evangelio, sino desde la religi贸n del Quijote.
5. La moral del solitario
Seg煤n Unamuno, hay que sentir y conducirse en la vida como si nos estuviese reservada una continuaci贸n sin fin de nuestra existencia. Es una moral individual cuya f贸rmula 茅tica ser铆a la siguiente:
Obra de modo que merezcas a tu propio juicio y a juicio de los dem谩s la eternidad, que te hagas insustituible, que no merezcas morir. (...) Obra como si hubieses de morirte ma帽ana, pero para sobrevivir y eternizarte.
Miguel de Unamuno (2013). Del sentimiento tr谩gico de la vida, p. 308. Madrid, Alianza Editorial.
En definitiva, se trata de vivir como si no fueras a morir. Hemos de obrar de modo que nuestra aniquilaci贸n sea una injusticia, hemos de pelear quijotescamente contra el destino aun sin esperanza de victoria: Con raz贸n, sin raz贸n o contra ella, no me da la gana de morirme (p. 168). Nuestra marca personal se deja obrando sobre nuestros pr贸jimos para eternizarnos en ellos:
Cada hombre es, en efecto, 煤nico e insustituible; otro yo no puede darse; cada uno de nosotros vale por el Universo todo.
Miguel de Unamuno (2013). Del sentimiento tr谩gico de la vida, pp. 314-315. Madrid, Alianza Editorial.
Pero para poder adue帽arse del pr贸jimo y eternizarse en 茅l, es preciso conocerlo y quererlo:
Amar al pr贸jimo es querer que sea como yo, que sea otro yo, es decir, es querer yo ser 茅l; es querer borrar la divisoria entre 茅l y yo. (p. 325)
El sentimiento de solidaridad parte de uno mismo:
como soy sociedad, necesito adue帽arme de la sociedad humana; como soy un producto social, tengo que socializarme, y de m铆 voy a Dios —que soy yo proyectado al Todo—y de Dios a cada uno de mis pr贸jimos.
Miguel de Unamuno (2013). Del sentimiento tr谩gico de la vida, p. 325. Madrid, Alianza Editorial.
Unamuno se aleja de la moral del individualismo an谩rquico del «cada uno para s铆», esto es, que el individuo se recluya en s铆 mismo y no quiera que los dem谩s penetren en su esfera ni 茅l penetrar en la de los dem谩s. Cuando el individuo se a铆sla de los dem谩s, empeque帽ece y perece. El individuo se siente en la sociedad, en Dios, y busca perpetuarse en los dem谩s, eternizar su esp铆ritu:
porque cuanto m谩s soy de m铆 mismo, y cuanto soy m谩s yo mismo, m谩s soy de los dem谩s; de la plenitud de m铆 mismo me vierto a mis hermanos, y al verterme a ellos, ellos entra en m铆.
Miguel de Unamuno (2013). Del sentimiento tr谩gico de la vida, p. 331. Madrid, Alianza Editorial.
Esta es la dimensi贸n 茅tica del sentimiento tr谩gico de la vida: entregar tu propio esp铆ritu para salvarlo y eternizarlo. Es una moral basada en el individuo, que debe vivir en la sociedad, pero teniendo como base la individualidad. Pero entregarse a los dem谩s supone imponerse, por lo que, en el fondo, la verdadera moral religiosa es agresiva e invasora. Don Quijote es el claro ejemplo de la moral del sentimiento tr谩gico, de la 茅tica que tiene el solitario.
6. La crisis de fe
La contradicci贸n entre raz贸n y fe/vida inunda toda la filosof铆a de Unamuno y se refleja en sus reiteradas crisis de fe personales:
heme hallado con una fe que m谩s que en creer ha consistido en querer y creer. (pp. 47-48)
Anoche, s谩bado santo, a la hora de los ejercicios lucha interior. (...) Una sequedad enorme. Hoy domingo de resurrecci贸n y yo no he resucitado todav铆a a la comuni贸n de los fieles. (p. 51)
Miguel de Unamuno (1981). Diario 铆ntimo (Cuaderno 1). Madrid, Alianza Editorial.
Creer es querer creer, y creer en Dios es querer que lo haya. Creer en la inmortalidad del alma es querer que el alma sea inmortal, por encima de la raz贸n:
Padezco una descomposici贸n espiritual, una verdadera pulverizaci贸n bajo la cual palpita la voluntad de mi mente, su fuerte deseo de creer, de creer en s铆, en que no se aniquila. (p. 22)
Dame fe, Dios m铆o, que si logro fe en otra vida, es que la hay. (p. 26)
Miguel de Unamuno (1981). Diario 铆ntimo (Cuaderno 1). Madrid, Alianza Editorial.
Cristo ha resucitado en m铆, para darme fe en su resurrecci贸n (...). Hace un a帽o hubiera dicho que tan milagroso habr铆a de ser el que volviese yo a creer en el Hombre Dios como el que hubiese resucitado. Dame, Se帽or, absoluta fe y ella ser谩 la prueba de s铆 misma y de su verdad.
Miguel de Unamuno (1981). Diario 铆ntimo (Cuaderno 2), p. 53. Madrid, Alianza Editorial.
La humildad de obediencia no se satisface con la obediencia de acto ni de voluntad, necesita la de mente. No debo obedecer la ley hasta creer en ella como el pueblo, es una comuni贸n de mentira. M谩s que creer, quiero creer.
Miguel de Unamuno (1981). Diario 铆ntimo (Cuaderno 2), p. 67. Madrid, Alianza Editorial.
San Manuel Bueno, m谩rtir (1931) puede considerarse como una s铆ntesis del pensamiento unamuniano. De hecho, es considerada el testamento espiritual de Unamuno.
La novela relata la vida de don Manuel, un cura de aldea entregado plenamente a su pueblo. Se hace presente el sentimiento tr谩gico de la existencia y la angustiosa dial茅ctica entre fe y duda. Manuel asume esta lucha y se la guarda para s铆, convirti茅ndose as铆 en m谩rtir porque sufre la duda 茅l solo por toda la comunidad:
«Pero, don Manuel, la verdad, la verdad ante todo», 茅l temblando, me susurr贸 al o铆do (...): «¿La verdad? La verdad, L谩zaro, es acaso algo terrible, algo intolerable, algo mortal; la gente sencilla no podr铆a vivir con ella (...). Yo estoy para hacer vivir a las almas de mis feligreses, para hacerlos felices, para hacerles que se sue帽en inmortales y no para matarlos. Lo que aqu铆 hace falta es que vivan sanamente, que vivan en unanimidad de sentido, y con la verdad, con mi verdad, no vivir铆an. Que vivan. Y esto hace la Iglesia, hacerlos vivir. ¿Religi贸n verdadera? Todas las religiones son verdaderas en cuanto hacen vivir espiritualmente a los pueblos que las profesan, en cuanto les consuelan de haber tenido que nacer para morir (...). ¿Y la m铆a? La m铆a es consolarme en consolar a los dem谩s, aunque el consuelo que les doy no sea el m铆o».
Miguel de Unamuno (1991). San Manuel Bueno, m谩rtir, pp. 122-123. Madrid, Ediciones C谩tedra.
7. Conclusiones
El gran problema se reduce a ese sentimiento tr谩gico de cada hombre y, en general, de pueblos enteros, pues es algo universal que todos comparten.
En la filosof铆a de Unamuno siempre est谩 presente el inevitable y angustioso conflicto tr谩gico, la lucha o contradicci贸n (entre raz贸n y fe/vida, entre idea y sentimiento, entre filosof铆a y religi贸n, entre locura y cordura, entre individualidad y sociedad, entre lo aut茅ntico y lo inaut茅ntico).
La figura heroica que mejor representa este «tragicismo» unamuniano es Don Quijote, h茅roe tr谩gico por excelencia. Su heroicidad se basa en su voluntad: la persistencia en la lucha por ganar sentido y su esperanza en lo absurdo racional. Ante todo, el quijotismo es una religi贸n.
De ese sentimiento tr谩gico y ag贸nico de la vida se extrae una forma de sentir y actuar, una moral individual; vivir como si no fueses a morir, para eternizarte y salvarte. Unamuno recurre al amor y la solidaridad basada en el dolor (piedad cristiana) para compadecernos de nosotros mismos y de los dem谩s y querer salvar todo lo que sufre.
El hombre no vive aislado sino en sociedad, pero ha de vivir desde su aut茅ntico s铆 mismo:
No de ellos [de los dem谩s], de m铆 tengo que responder. Libertad, libertad, libertad. (...) Hay que vivir en la realidad de s铆 mismo y no en la apariencia que de nosotros se hacen los dem谩s; en nuestro propio esp铆ritu y no en el concepto ajeno.
Miguel de Unamuno (1981). Diario 铆ntimo (Cuaderno 2), p. 87. Madrid, Alianza Editorial.
La soledad es la conquista de esa autenticidad en lucha contra lo social, que nunca desaparece. Pero la soledad no se piensa, se siente; es una vivencia personal, inefable intransferible. La soledad no es un estado f铆sico, no se debe confundir con el aislamiento, esto es, estar solo sin compa帽铆a alrededor. La soledad es la mejor forma de conocer al pr贸jimo.
Traicionar a ese s铆 mismo (=autenticidad), que se da exclusivamente en soledad, es entregarse a la sociedad, dejarse llevar por la vida como un «par谩sito espiritual». Unamuno parte de lo individual para llegar a lo universal: opta por una soledad inclusiva: «Yo soy el mundo». El otro aparece como parte del mundo que se ha de conquistar.
El punto de partida es la finitud y el punto de llegada es la infinitud, la totalidad. Su apuesta por el todo o nada es la expresi贸n pol茅mica del conflicto interno entre la congoja ante la inanidad y el anhelo de totalidad. Se trata de una lucha por escapar de la nada y salvar nuestra existencia, proyect谩ndola al infinito:
M谩s, m谩s y cada vez m谩s: quiero ser yo, y sin dejar de serlo, ser adem谩s los otros, adentrarme a la totalidad de las cosas visibles e invisibles, extenderme a lo ilimitado del espacio y prolongarme a lo inacabable del tiempo; de no serlo todo y por siempre, es como si no fuera, y por lo menos ser todo yo, y serlo para siempre jam谩s. Y ser todo yo, es ser todos los dem谩s. ¡O todo o nada!
Miguel de Unamuno (2013). Del sentimiento tr谩gico de la vida, p. 68. Madrid, Alianza Editorial.
En definitiva, se trata de una batalla contra la finitud intentando lograr la infinitud, y para eso hemos creado a Dios. La fe en Dios consiste en la necesidad de dar finalidad a la existencia.
8. Bibliograf铆a
Miguel de Unamuno (1954). Teatro. Fedra, Soledad, Raquel encadenada, Medea. Barcelona, Editorial Juventud.―(1962). Soledad. Colecci贸n Austral. Madrid, Espasa-Calpe.
―(1981): Diario 铆ntimo. Madrid, Alianza Editorial.
―(1987). Niebla, Madrid, C谩tedra.
―(1991). San Manuel Bueno, m谩rtir. Madrid, C谩tedra.
―(2013). Del sentimiento tr谩gico de la vida en los hombres y en los pueblos. Madrid, Alianza Editorial.
V脥DEO DE LA CONFERENCIA: pincha en la siguiente imagen o enlace para visualizar el v铆deo en YouTube:
Torre de los Anaya, Salamanca |
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